LAS VOLUNTARIAS EN NUESTRO SERVICIO HOSPICE DOMICILIARIO

Son las once de la noche. La hija del paciente avisa a la Voluntaria que su papá no respira más.  La Voluntaria se comunica con el médico y juntos concurren a la casa del paciente. El médico hace el Certificado de Defunción mientras la Voluntaria contiene a la familia. Mario murió en su casa, acompañado por su familia, en cama ortopédica con colchón antiescaras y otros elementos de confort provistos por el Servicio Hospice Domiciliario. Los últimos días de Mario fueron difíciles, para él y para su familia. Fueron días signados por dolor intenso, delirio, náuseas y vómitos, sin control de esfínteres sumados a ansiedad, miedos, incertidumbres y necesidad de una abrupta reorganización familiar para acompañar a Mario. Estos síntomas y situaciones fueron controlados y aliviados con la presencia y comunicación diaria de la Voluntaria acompañada por el sacerdote y nuestro equipo de profesionales.

Varias veces en el mes tenemos fallecimientos en la casa del paciente, como el de Mario, con las variantes en síntomas, aspectos psíquicosociales y espirituales propios de cada enfermo y de cada familia. Nuestras estadísticas, de los diez últimos años, muestran que el 84% de nuestros enfermos de Hospice Domiciliario fallecen en su casa. Creemos que es un porcentaje bastante satisfactorio especialmente considerando que muchas familias adhieren a la creencia, muchas veces instaurada por el mismo sistema de salud, que el enfermo con una internación nosocomial va a estar mejor atendido y controlado que en su domicilio con una subestimación del significado del acompañamiento familiar difícil en un hospital o en un sanatorio. A esto se le suma el sentimiento de no poder atender al familiar en su casa, de incapacidad para su cuidado y administración de los medicamentos y de miedo al “último momento”. Superar estas resistencias iniciales de la familia, y muchas veces del enfermo que no quiere molestar a sus seres queridos, es posible por la conjugación de varios factores como: las características organizativas del Servicio, el trabajo en equipo y las pautas de acompañamiento continuo con respuesta inmediata a la aparición o aumento de los síntomas y a la resolución de problemas que van surgiendo. Siempre la prioridad es “estar” con el paciente y su familia todo el tiempo que sea necesario.

 Aún más apreciable que una valoración cuantitativa son las frecuentes expresiones de agradecimiento de la familia luego que muere su ser querido: : “Gracias por todo lo que hicieron por nosotros”, “No sabemos que hubiéramos hecho sin ustedes” Sin lugar a dudas, el factor determinante para llegar a estos resultados es el rol y la actitud de la Voluntaria en este servicio.

Para una cabal comprensión de como se realiza el Hospice Domiciliario y la intervención de la Voluntaria en este modelo, que entendemos es inédito, debemos tener en cuenta su función y los requerimientos para integrarse al equipo.

La Voluntaria: Ingresa al paciente, junto con el médico, al Servicio Hospice constituyéndose, desde el primer día, como referente del equipo dejando, desde ese momento, su teléfono abierto las 24hs, todos los días de la semana, para cualquier consulta o necesidad; Controla la aparición de nuevos síntomas y el aumento de los existentes intentado su alivio con médicos , enfermeros y psicólogos del equipo; Detecta problemas sociales que trasmite a la Trabajadora Social y da apoyo espiritual junto con los Ministros de la Fé; Revisa la adhesión a las medidas farmacológicas y no farmacológicas prescritas y asegura la disponibilidad de medicamentos; Organiza la provisión de elementos de confort (cama ortopédica, colchón antiescaras ,inodoro portátil, etc.); Evoluciona en la historia clínica digital después de cada intervención y la envía a los integrantes del equipo que atienden ese paciente; Está al lado del paciente acompañando en silencio o escuchándolo creando un vínculo afectivo y de confianza.

Para ser Voluntaria se requiera formación previa en Servicio Hospice/Cuidados Paliativos  ; disponibilidad para concurrir a la casa de los enfermos y a las reuniones semanales de pase de pacientes, ser capaz de trabajar en equipo; vocación de servicio con actitud amorosa y compasiva.

Cómo se observa, la voluntaria en este Servicio Hospice, desempeña un papel central, diferente al que estamos habituados en otras unidades de cuidados paliativos, ya que está en la primera línea de atención del paciente y de la familia articulando con otros miembros del equipo las medidas para controlar síntomas y resolver problemas, Es la que atiende y coordina todos los aspectos de la asistencia al paciente.

Este modelo asistencial basado en la Voluntaria que, evaluado desde su fin último que es acompañar a enfermos en el final de la vida, ha dado buenos resultados y ha demostrado ser sostenible en el tiempo, tiene otras virtudes que lo puede hacer interesante para instalar en lugares de demanda insatisfecha de cuidado del enfermo terminal. Los voluntarios, incluidos los profesionales, no reciben remuneración monetaria no estando ligados a un sistema que limita la frecuencia de visitas al paciente ni el tiempo de cada encuentro. Otras ventajas son: Menor demanda de médico y de otros profesionales de la salud,  (posibilita atender más personas con menos profesionales); Menores recursos económicos necesarios para hacer funcionar el equipo; Se trabaja solo “por amor”, el enfermo lo percibe y todo lo que hacemos por él tiene mejor respuesta.

EL voluntariado de estas características en un Servicio de Cuidados Paliativos o en un Servicio Hospice deberá ser una opción para tener siempre presente. Por nuestra parte debemos poner nuestra energía, nuestras capacidades y nuestra fe para que esta modalidad de colaboración solidaria perdure en el tiempo y se afiance en nuestra comunidad.

Nota: Nos referimos a La Voluntaria y no, en general Al Voluntario, porque en nuestro Servicio Hospice Domiciliario en el voluntariado de no profesionales de la salud son todas mujeres.

El 19 noviembre, 2023, publicado en: Novedades por
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